La joyería en la Antigua Grecia. La constante búsqueda de la belleza

En la antigua Grecia, las joyas se convirtieron en prendas de uso diario. Éstas estaban ligadas a la constante y obsesiva búsqueda de la belleza, viendo ésta como un todo y a su vez admirando el esplendor de cada una de las partes que la conforman.

Era habitual el uso de collares, anillos, brazaletes, sobre todo entre las mujeres. Por su parte, los hombres tendían más al uso de anillos con sello y brazaletes de gran grosor.

Asimismo, en las ceremonias más prestigiosas y eventos especiales, se hacía uso de cinturones y diademas de oro. Además de otras piedras preciosas como pueden ser: el granate, la esmeralda, el vidrio y las perlas.

“Recrear un mundo ideal en cada cosa que pudiesen sus manos realizar” es la frase que mejor define a la búsqueda de la belleza por parte de la antigua Grecia a través de las joyas. Seguían el llamado del arte para hacer frente a una época basada en la violencia, el terror y la desigualdad que existía entre los miembros que conformaban esta sociedad.

Más tarde, surgió la imperiosa necesidad de buscar el origen de las cosas, de preguntarse la existencia y con todo ello nace la filosofía, pero siempre de la mano de la indagación por la divinidad y por tanto de la belleza. Lo que interpretaban como alcance del goce que proporciona la perfección. Y es que la población griega se sobrecogía más con la senectud que con los castigos que imponían los mismos dioses del Olimpo.

Durante la etapa Helenística emana la teatralidad y la exageración. Es verdad que en la escultura se queda la mayor plasmación de belleza perfecta y de la armonía que se hacía eco de la actividad humana, siempre por supuesto, incluyendo la joyería.

La naturaleza griega, siempre ha estado vinculada a las piedras preciosas y al patrón armónico que se establecía a la hora de crear las joyas. Y es que era casi exaltado la manera en la que no se escapaba ni un solo detalle, consiguiendo así lo más parecido a la perfección.